viernes, 24 de abril de 2009

Lago Bled (Eslovenia)




Los Alpes eslovenos, todo un paraíso terrenal, y como guinda esa cordillera, el lago Bled. Situado en el pequeño municipio de Bled Jezero a 50 km. de la capital del país Ljubljana. Después de una larga noche en el tren procedente de Zürich, en el cual nos pasó una de las historias mas pintorescas del viaje. La historia comienza cuando entramos a nuestro compartimento y había un chico de mediana edad, el solo, nos sentamos después de un cordial saludo y nos pusimos a hablar. El tío con una pinta de delincuente que te caes para atrás, nos decía que era albano y entre otras cosas también nos enseñaba su coche un Bmw s5. Entre risas le insinuamos que si lo había robado, él solo se reía o porque no nos entendía o porque realmente, si lo había robado. Después de varios minutos en silencio, nos dice. Jamalaja jaramarajara (como comprendereis no le entendimos ni papa) al ver que no le entendíamos saca el móvil y escribe "50 sati" y seguidamente hacia el gesto de dormir precedido de una negación con el dedo. Nosotros intuimos y aceramos que sati era horas, y que llevaba 50 horas sin dormir, pero todo esto lo decía después de despertarse y antes de dormirse osea que no se yo que nos quería meter doblado este hombre jajaja. Bueno al bollo que me voy del tema. Bled! Llegamos a la estación y eran las 8:00 am, ni alma por la calle, las consignas, para dejar las mochilas e inspeccionar tranquilamente la ciudad y lago, estaban cerradas osea que nos sentamos en una parada de bus que supuestamente llevaba al lago que queda un poquito apartado de la estación. Después de acertar con la parada y llegar a la zona que queríamos cargados con las mochilas le echamos un poco de cara entramos en un hotel y dijimos que si podíamos dejar aquí las mochilas que nos ivamos a alojar en el hotel y que luego veníamos. Salió bien la jugada y tiramos millas hacia el lago. 9:00 am ni un alma solo un par de barqueros esperando que algún turista le alquile la barca para llegar a la islita que esta en el centro del lago. Una islita preciosa que tiene una pequeña capilla con un campanario muy bonito, un bar y una especie de museo. Al llegar al lago lo primero que hicimos es desayunar comida que nos había sobrao, allí sentaos al sol mirando el lago glacial en plena calma con los Alpes nevados de fondo... al poco tiempo llego una chica que sento alao nuestra y entablamos conversión su nombre era Melissa y era de Nueva Zelanda pero vivia en Liverpool, viajaba sola y la adoptamos para alquilar una barquita y que nos saliese mas barato. Navegar por ese lago es una sensación impresionante (ver video) , la calma te invade solo interrumpida por el ruido de los remos que suavemente nos impulsaban hacia la isla. Un barquero nos esperaba en el muelle el cual nos ayudo a atracar nuestro buque, bajamos y paseamos por la zona, disfrutamos de las vistas y la tranquilidad que solo se rompía con el tañir de las campanas de esa bonita iglesia, las aguas mas cristalinas del mundo hacían relucir el lago en ese día de sol, quizás fuera la mañana mas bonita de mi vida. A la vuelta ya había algo de gente por la zona ya eran las 11:00 y hasta pudimos hechar una carrera con una pareja que también remaban a la par de nuestra barca. Pasear con un helado y disfrutar de la zona fue lo que hicimos hasta la hora de comer. Que ahí también nos pasó algo muy gracioso: Antes de ir a ningún sitio preguntamos a unas chicas que donde podíamos comer algo típico de la zona y nos indicaron amablemente el lugar y que pidiéramos Kröski. Yo en Vigo había leído otro tipo de comida típica que fue lo que pedí yo. Al llegar al bar claro mi compi pidió el famoso Kröski y yo pedí lo mio. La sorpresa para el fue cuando llego su famoso Kröski que era jamón serrano pero del malo... ya que comparado con el español era incomible. Fue un momento de muchas risas y de humillación a mi compañero Miguel (ver vídeo) que desde aquí le mando un saludo y que pronto empezará a postear también sus vivencias. Bueno, después de comer nos dirigimos a visitar el castillo el cual no entramos porque costaba una pasta así que pasamos, ya que la guia que llevábamos lo único que decía que merecía la pena eran las vistas de la zona desde lo alto. De allí, después de echar una siesta en el césped nos dirigimos a la estación no sin antes recojer nuestras mochilas en el hotel. Camino a la capital para verla corriendo y salir pitando a Zagreb donde dormiríamos.

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